La representación abandona las fuentes literarias

Texto por Rosa Queralt

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Blanco sobre blanco | 1994 | Óleo sobre tabla | 43 x 53 cm | Colección particular

La representación abandona las fuentes literarias

y en este camino hacia nuevos planteamientos influyen posiblemente dos elementos que la autora siente muy próximos, como dos realidades tanto externas como internas, y que han comenzado a aparecer en sus pinturas cada vez con mayor frecuencia: la naturaleza y los animales. Ambos confluyen en Blanco sobre blanco, una obra de 1994, significativa también por ejemplificar con claridad la creciente atención a los medios pictóricos en la plasmación de los espacios naturales. El paso al óleo y el análisis de obras clásicas la llevan a transformar un aspecto hasta entonces resuelto mediante planos uniformes, ya fueran con papel o pigmento: los cielos, que cobran protagonismo en esta etapa por su actividad y atmósfera. Por otra parte, la presencia de animales en sus cuadros debía resultar inevitable si tenemos en cuenta que estos la han acompañado constantemente desde la infancia, en un proceso de identificación y sociabilidad.

Afloraban, pues, los síntomas de que la vida personal y la pintura se interrelacionaban cada vez más estrechamente, del sentimiento de que la fuente principal para un arte vivo debía partir del latido de sus propias experiencias cotidianas. Sin embargo, a pesar de esta convicción que le dictaba el instinto, asumir el tránsito a un pleno realismo no era una decisión sencilla por su inapelable rechazo a la mimesis naturalista como señuelo facilón y simplificador que camufla no solo la complejidad del devenir humano sino la conflictividad implícita en cualquier tipo de determinación. El reto estaba en encontrar una respuesta válida a este dilema lingüístico, y al mismo tiempo conceptual, sin renuncias ni traiciones.

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Navegantes | 1993 | Acrílico sobre cartón | 63 x 100 cm

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El banquete | 1992 | Acrílico sobre tabla | 118 x 200 cm