Texto por Rosa Queralt
Sisógenes en majestad | 2001 | Óleo sobre cartón | 100 x 70 cm
Encuentra en la historia de la pintura una suerte de diálogo
y también de juego, ya sea con el arte medieval, con el tema clásico de la virgen y el niño o con el op art. En su caso, no se trata de la operación implícita en aquellas paráfrasis que analizan y reinterpretan, llevando a un lenguaje personal y actual referencias del pasado, sino a unas versiones muy libres, exentas de subrayados, sustituciones o comparaciones. Sus propuestas nacen a partir de lecturas y repasos a determinadas iconografías y movimientos, a vivencias puntuales o simplemente a recuerdos que surgen inconscientemente, y cuyo objetivo es más lúdico e irónico que calculado.
Aunque aparentemente la pluralidad de su obra pueda prestarse a equívocos, no existen diferencias significativas en los repetidos cambios de registro cuando la artista pasa de un asunto a otro para descubrir nuevas vías de materialización. Si bien es cierto que el curso del tiempo ha comportado una progresión en los dominios tanto reflexivos como técnicos, no deberíamos ver sus procesos como evoluciones estilísticas voluntarias o programadas, su versatilidad nace de la autonomía que da a cada trabajo particular según las circunstancias del momento y a la voluntad de conectarlo a una práctica ejercida con absoluta libertad y pasión. Idoia Montón ama este oficio viejo y ancestral que ha sobrevivido como forma de expresión de la condición humana a todo tipo de vaivenes culturales. ¿Existe un proceso donde convivan de forma tan unida y simultánea sensación y discernimiento, sensibilidad y conocimiento, actividad manual y decisión intelectual?
Madona | 1996 | Acrílico sobre tabla | 66 x 35 cm
El buen pastor | 1998 | Acrílico y collage sobre cartón prensado | 30 x 34 cm
El puente de Rekalde | 1998 | Acrílico sobre cartón prensado | 40 x 38 cm
Bautismo | 1998 | Acrílico y gouache sobre papel | 31 x 21 cm